Artículo: Educar en el BUEN TRATO

 

Por: Psic. Fabiola Cervantes Chávez

 

Educar en el BUEN TRATO 

 

¿Basta con no maltratar a un niño o niña?

¿Basta con no hacerle daño?

 

 

El buen trato no es solo la ausencia de situaciones de maltrato, la reflexión y el contenido de lo que significaría buen trato es mucho más profundo y conlleva una serie de implicaciones que apuntan necesariamente a generar en el niño el máximo bienestar.

En la Convención de los Derechos del Niño se decreta (tratado internacional dela ONU firmado en 1989) en su artículo 5º:

“Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechas y los deberes de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada o de la comunidad, según establezca la costumbre local, de los tutores u otras personas encargadas legalmente del niño de impartirle, en consonancia con la evolución de sus facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la presente Convención”.

En el mismo apartado se establece particularmente que se reconoce al niño y niña como sujetos de derechos, por tanto se ha subrayado a nivel internacional que, “la infancia, no es la antesala de la vida, sino la vida misma”. De manera pues que,  es preciso en cualquier ámbito se proporcionen las condiciones necesarias que favorezcan en todo momento el bienestar en todos los aspectos de niñas, niños y adolescentes partiendo por supuesto del respeto a sus derechos.

El buen trato pues implica el establecimiento de una relación basada en un profundo sentimiento de respeto y valoración a la dignidad de estos seres colocando en el centro la satisfacción de sus necesidades de cuidado y bienestar garantizando así el desarrollo máximo de sus potencialidades.

La familia en la que ese niño o niña nacen son los primeros responsables  del cuidado y protección así como de desarrollar un vínculo de apego seguro, para lograr esto, los padres y  sus cuidadores tienen que lograr satisfacer todas las necesidades que de pequeños presentan pues es a través de las relaciones de afecto, seguridad  y amor incondicional que ellos son capaces de confiar en los adultos e ir incorporando elementos de confianza en sí mismo.

Y como parte del fortalecimiento en la adquisición de este vínculo  seguro se encuentra todo el cariño y afecto que requiere para crecer sano aunado a las condiciones de disciplina, normas y límites que le permita aprender a vivir en sociedad, de manera pues que para educar no se requiere el uso desmedido de la autoridad sino el adecuado equilibrio entre el amor manifiesto y la firmeza en adecuadas proporciones.

 

Otro aspecto importante de educar en el buen trato es enseñarles a niños y niñas que si ellos tienen derechos y merecen todo el respeto, sus iguales y todas las demás personas también gozan de los mismos derechos y consideraciones, de esta manera les enseñamos a convivir en comunidad de una manera sana buscando dirigirse  en el trato con los demás de la misma manera como les gustaría ser tratados a ellos.

Educarlos y tratarlos bien también implica establecer con ellos una relación empática, es decir ponerse en el lugar de ellos, entenderlos, interesarnos por sus procesos de desarrollo, entender que si en algún momento hacen alguna rabieta esta indica un mensaje que el adulto tendrá que descifrar dependiendo por supuesto de la edad y de las condiciones, ya que incluso aun cuando quieran llamar la atención o hacer rabietas para que se les cumpla algún capricho , esto nos quiere decir algo a los educadores que requiere establecer el límite y educar en la forma de pedir lo que desea o necesita.La comunicación que establezcamos con ellos deberá de ser clara y precisa, considerar su nivel de lenguaje y vocabulario de tal manera que garantizamos que lo que les decimos logre entenderlo, habremos de asegurarnos que el niño o niña sabe lo que esperamos de ellos en función de su edad y de sus capacidades no en función de cubrir expectativas estrictamente personales del adulto.

 

Los niños y niñas nos necesitan, necesitan de personas que los cuiden, los protejan, les atiendan y como ya lo decíamos también les pongan límites y les enseñemos cómo hacer lo que les pedimos, pronto nos daremos cuenta y ellos sobre todo de las capacidades con las que cuentan que además es preciso estimular y reconocer pues en esta medida aprenden también a ir resolviendo cosas por sí mismo logrando que en las siguientes etapas dependan menos de sus cuidadores,  asegurémonos de que los aprendizajes que van adquiriendo les va siendo de utilidad para su vida en general, para alcanzar su desarrollo y su propia autonomía en donde sean ellos y ellas los propios gestores de la satisfacción de sus necesidades, asegurar que vayan alcanzando la madurez que requieran para un día poder independizarse totalmente de sus padres y cuidadores logrando un óptimo bienestar.

 

 

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