Artículo: Humanizar la profesión del Psicoterapeuta

Cuando la actitud del terapeuta es coherente y amorosa,

el alma habla, siempre

 

Javier Petralanda

 

Este artículo lo quiero dirigir y dedicar especialmente a todo aquel psicólogo guerrero que en pie de lucha se ha trabajado y ha trabajado por la humanización de la sociedad por hacer de aquellas heridas humanas un castillo en el que las personas se encuentren y encuentren su libertad y el goce por vivir de una manera más auténtica, más responsable y libre.

Quiero dirigirme al mismo tiempo a todas aquellas personas que se nos confían, que se permiten ser acompañados por cada psicoterapeuta que responsablemente se construye y se prepara constantemente para poder brindar un mejor servicio y más aun su vida misma porque la mejor herramienta del psicoterapeuta es su propia vida.

Me dirijo a estas personas que creen en el quehacer del psicólogo y se confían porque sus historias, su dolor, su amor y su entrega en cada etapa de su proceso nos enseñan, nos muestran la verdadera condición humana. Es gracias a ellas que existimos y que paulatinamente nos convertimos en psicoterapeutas, esto sucede cuando; “los clientes acuden a nosotros para sanarnos”,  estas personas nos edifican, nos construyen y nos comprometen a mostrar mejores cauces durante el tiempo que nos permiten que les acompañemos, porque un psicoterapeuta no se hace de los libros aunque esta parte es fundamental en su preparación, en ellos aprendemos las técnicas, los perfiles de personalidad, las historias de muchos teóricos que han sido grandes maestros, nos han compartido de su experiencia y han hecho grandes aportaciones en su época a los procesos humanos.

Sin embargo, nuestro trabajo con seres inacabados como lo somos las personas nos indica que aún hay y seguirá habiendo mucho por descubrir y conocer de la persona, mucho por estudiar de los rasgos, los comportamientos, las interacciones, los pensamientos, etc.  Hace más de un siglo que existimos como profesión desde que aquel afamado neurólogo científico llamado Signum Freud despertó un gran interés por lo que sucedía en el interior de las personas más allá de la afectación fisiológica.

El mismo psicoterapeuta es un ser inacabado, en proceso constante de convertirse en mejor persona para poder entonces guiar a otros y a otras porque eso somos, guías, faro en el camino de aquellos que se nos confían. No sin antes haber transitado nuestros propios procesos de sanación.

Otro gran maestro de la Psicología Carl Gustav Jung ya hablaba del “sanador herido” porque son precisamente las propias heridas las que hacen que una persona sea más sensible al sufrimiento del otro. Es por ello preciso que, el terapeuta sane sus propias heridas. “Conócete a ti mismo rezaba aquel grabado en piedra en la entrada del templo del oráculo de Delfos.

 

Quienes han elegido esta loable profesión y la han convertido en su misión de vida han de saber que no es lo mismo ser profesionista de tal o cual materia a ser un profesional en su materia ya que,  el psicoterapeuta tiene un gran compromiso con la humanidad pues trabaja nada menos que con lo más íntimo y profundo del ser humano con el alma y a veces con el dolor del alma, y este no se cura con consejos, no se cura con un fármaco,  incluso no con una teoría fría que refleja sólo el conocer de un texto o una clase en la academia.

El profesional de la psicología ha de saber que su compromiso primero es consigo mismo, con su propia alma y luego, luego entonces justo desde ahí es que puede acercarse al otro no como juez,  ni tampoco como gran maestro de la vida, sino como un ser humano que compartirá su vida, su sapiencia, su experiencia y también su capacidad y habilidad que como clínico y/o interventor haya afinado.

“La grandeza de un oficio consiste tal vez ante todo en que une a los hombres y mujeres.

Solo hay una verdadera alegría: la relación con los demás”

Antoine de Sanint Exupéry

 

Este profesional de la salud mental da la vida desde su vida acompañando estos procesos de trasformación del otro que para nada pretenden ser obra de su propia autoría pues un proceso psicoterapéutico sucede dentro o fuera del consultorio pero no sin la PERSONA a la que acompañamos de manera que este es un trabajo colaborativo.

Sin referirme exclusivamente al trabajo del psicólogo clínico la labor de psicólogos y psicólogas es bastante amplia y sin embargo creo que invariablemente aplica aquello de lo que hago mención puesto que independientemente del ámbito en donde se desempeñe existe un factor común, el trabajar con personas directa o indirectamente y esto implica cierta preparación y disposición.

A menudo las personas buscan al psicoterapeuta adoptando aun creencias falsas e incluso mitológicas de lo que sería la labor del mismo tales como el pensamiento mágico de creer que es un mago, un brujo o un médico, o el oráculo que me dice que es lo que tengo que hacer,  creo que esta confusión ha sido generada en parte por la labor que en ciertos contextos y condiciones  psicólogos para nada comprometidos al menos con su profesión han dejado bien parada la profesión puesto que, si ellos mismos no tienen claridad de su quehacer terminan reproduciendo esquemas aprendidos o vicios reconocidos que, a veces nada tienen que ver con la profesión y  ni con ellos mismos.

De ahí la importancia de conocer lo que hacemos y comprometernos con ello porque trabajar con personas no es cualquier cosa, al contrario trabajamos con seres humanos, con su vida externa e interna y  si asumimos que cada persona es la expresión individual del universo en la tierra, que cada ser humano es único e irrepetible y aprendemos a ver en el otro no solo la oportunidad de reproducir lo que sabemos sino de relacionarnos y aprender del maravilloso misterio humano que yace en el otro es así como no sólo me comprometeré con mi labor sino me enamoraré de lo que hago, de mi profesión y entonces encontraré en ello mi propia misión y así, sólo así podré descubrir que he podido aportar ese pequeño grano de mostaza en esta finitud  que es el mundo, que es la vida.

 

Por Psic. Fabiola Cervantes Chávez

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